lunes, 7 de abril de 2014

Hoy igual que ayer.



Andaba yo en labores de comentarios radiofónicos en el año 2001, y reflexionaba con el seudónimo de “Cartero” sobre León y sus circunstancias.
Hoy, después de trece años, habría escrito algo muy similar… o peor.

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18/10/2001
            Un año más, le han traído al Cartero desde la Sobarriba para que deposite en el buzón radiofónico  de estas mañanas de radio, unos pareceres y opiniones que, a veces, comparte con la burra del tío Fidel en la era de Villacil.

            Quiere empezar con buen ánimo, trasladar optimismo y dejar la polémica para políticos en escaño nacional, autonómico, provincial y local.
            Porque aquí, en este León de nuestros encantos, no pasa nada. Sobre todo, si lo comparamos con un mundo medieval sembrado de tanques y bombas en Afganistán; o con el carbunco que anda saltando desde el Pacífico hasta el Atlántico por toda América del Norte.
            Pero en este León de nuestras miserias no pasa nada de nada. Porque nuestros hijos no van a la guerra; solo marchan a estudiar y a trabajar a Madrid o a Valladolid; y estas ciudades, al fin y al cabo, son España.
            Andaba el Cartero el domingo pasado -fin de puente y fiesta nacional- en estaciones entre trenes y autobuses, cumpliendo con el deber paterno de afectos en despedidas filiales. Y allí cerca, en el nuevo estadio de fútbol, rugían unos miles de leoneses animando a su Cultural del alma. Estaban ajenos a la pequeña tragedia de una emigración desde una estación cada vez más provinciana en su paisanaje. Era una escena de película en blanco y negro.
            Uno, dos, tres, cuatro… muchos más autobuses camino del sur. Y alguien reclamaba la presencia del Alcalde para una despedida sin pañuelos al aire y con el alma encogida ante tanta diáspora joven.
            Pero no llegaron ni el Alcalde, ni diputados, ni parlamentarios, ni concejales… Y uno, dos, tres, cuatro… muchos autobuses pasaron delante del nuevo estadio de fútbol cargados con vida joven camino del sur.
            Y ya de vuelta a casa, el Cartero cruzó el Puente de los Leones reflexionando sobre el aspecto positivo y optimista de aquella situación vivida: Al menos, no se van a Afganistán.
            Es cierto: En León no pasa nada
            Sean felices… y optimistas.   
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No han cambiado mucho las cosas; quizás a peor.