viernes, 4 de noviembre de 2011

Ese sello de Correos...




Te asedian con celuloides, fotografías, reproducciones que quieren producir sensaciones, que te incitan a vivir más…

…pero siguen siendo algunos de esos pequeños sellos, que ensalivados y pegados a un sobre con dirección en cuidada caligrafía por la que adivino quién lo remite, los que excitan mis emociones de vida pasada y presente.

Y cuando, entre la correspondencia comercial retirada del buzón, encuentras un sobre con ese sello encuadrado con esmero, te produce un vuelco el corazón y adivinas la liturgia del ser querido que remite: Recoger las cuartillas guardadas con pulcritud entre las páginas de un libro, siempre el mismo libro; quizás una de las estilográficas que tiene alojadas con innumerables bolígrafos y lapiceros en el tarro que está en la repisa de la salita…
El respirar profundo mientras se inclina sobre el papel en blanco y escribe “Querido” con un trazo en la letra que transmite su palpitación…; y, por fin, un “Te quiere…”
Y buscará en el cajón del aparador la cartera de mano donde guarda los sellos y elegirá con mimo aquél cuyo tema se ajuste al parabién o la confidencia relatada: Una flor, una tradición, un paisaje, un cuadro…

Los colores cálidos de la reproducción, ese sello de Navidad ya me anuncia deseos de dicha, sosiego y afecto.