martes, 22 de octubre de 2013

Un momento




Un folio en blanco, una pantalla de ordenador vacía para que te vacíes. Y lo necesitas; y quieres relatar tantas cosas... contar tantas historias, expresar tantos sentimientos...

Y no te importa que alguien lo lea, y que sea feliz o desgraciado al hacerlo; pero quieres escribir, sentirte a ti mismo.

Necesitas el rincón en tu cafetería y el café que acompañe unos renglones; también un cigarro que calme tu ansiedad por contar... O el refugio de tu estudio... Disfrutar de tu soledad buscada... Sí acaso, acompañado de unas notas musicales, de aquella sinfonía que refuerza, que llena tu espíritu...

Te preguntas por la verdad, la de los demás o la tuya, para concluir que la más acertada es la tuya; aunque para el resto de la humanidad sea la equivocada... ¿Por qué?

Y, con muchos años ya en tus hombros, rehúsas competir, aparentar, discutir… Recuerdas la anécdota de aquellos jóvenes estudiantes que le preguntaban al anciano con muchos años contados y una presencia física envidiable cómo había llegado a esa edad y se conservaba también.
- Es que nunca he discutido –respondió-.
- ¿No será por eso? –contestaron los jóvenes-.
- Pues no será –replicó el anciano-.